La mano,
instrumento
ejecutivo
del cerebro.
Los cinco
sentidos de
que dispone
el ser
humano se
hallan todos
en menor o
mayor grado
relacionados
con el
cerebro. La
vista y el
oído, y, en
orden
inferior, el
gusto y el
olfato,
aportan
sensaciones
al cerebro;
pero estos
cuatro
sentidos
actúan
aisladamente
y están
incapacitados
para
reaccionar
de una
manera
externa. Su
función se
limita más
bien a
advertir al
cerebro, y
cuando la
han cumplido
reposan y
sólo
retienen
interiormente
las
impresiones.
Esto no
tiene nada
que ver con
el sentido,
actúa
exclusivamente
la
inteligencia
o la mente y
el instinto.
El sentido
del tacto y
especialmente
la mano.
Cada sentido
tiene un
instrumento
ejecutivo.
El ojo es el
de la vista,
la nariz el
del olfato,
etc. La mano
es el
instrumento
ejecutivo
del tacto y
además el
auxiliar de
todos los
demás. La
mano es
quien
protege al
oído cuando
un fuerte
ruido ataca
al tímpano;
ella tapa la
nariz cuando
un olor
penetrante o
irritante la
ofende y es
ella la que
cubre los
ojos cuando
una luz
penetra en
exceso.
Cuando un
dolor agudo
ataca
cualquier
parte del
cuerpo, la
mano con un
apretón o
caricia
trata de
calmarlo.
La mano es
el
complemento
necesario e
imprescindible
de los demás
sentidos.
Ella es el
auxiliar de
la voz
humana; si
faltara la
palabra, se
puede
expresar la
intención
con un
gesto; de
hecho ella
es el
lenguaje de
los
sordomudos,
es quien los
arranca de
su
aislamiento
y los ayuda
a
comunicarse
con la
sociedad. La
principal
ventaja de
la mano
sobre el
oído y la
vista es que
puede
ejecutar y
actuar y no
tan solo
recibir.
Podemos
comprobar
fácilmente
que donde
falta la
voz, el
oído, la
vista, actúa
la mano, si
observamos
su trabajo a
través del
largo camino
de la vida
humana.
La posición
del bebé
antes de
nacer, es
muy
conocida.
Sus manos
están
apretadas en
puño y
situadas
sobre los
ojos. Esta
no es
casual, ni
es una
postura
impuesta por
la falta de
espacio sino
que se trata
de la
primera
manifestación
instintiva
de la mano.
La parte más
delicada del
embrión y
del recién
nacido es la
cabeza y
como
organismo
vivo
inteligente,
sus manos
protegen su
cabeza y sus
ojos de
cualquier
golpe
inesperado.
Diferentes
estudios
sobre recién
nacidos
ciegos han
demostrado
que la
posición
prenatal no
había sido
normal con
respecto a
la posición
de las
manos.
Al nacer la
mano sigue
cumpliendo
un propósito
especial;
ellas
protegen los
ojos del
choque de la
luz que
aunque el
recién
nacido
siempre
tiene los
ojos
cerrados,
atraviesa la
delgada piel
de los
párpados
lastimando
así la
delicada
constitución
del ojo.
El niño
pequeño,
todavía
incapaz de
expresarse
se hallaría
en una
situación
frustrante
si no fuera
por sus
manos. Ella
actúa como
guía segura
en caso de
enfermedad
porque
instintivamente
es llevada
al lugar
dolorido y
el médico
puede
guiarse por
ella para
realizar la
debida
exploración
y posterior
diagnóstico.
Las primeras
manifestaciones
de alegría
del ser
humano no se
manifiestan
por su
sonrisa sino
por los
movimientos
de las
manos. El
primer
contacto del
niño con el
mundo no es
a través de
la vista ,
que en
inicio es
vaga e
imprecisa
sino a
través de la
mano que le
permite
conocer y
más tarde
diferenciar
las diversas
texturas,
relieves ,
etc. Es la
mano la que
le permite
tocar,
agarrar y a
fuerza de
repetición
reconocer
los objetos.
Quizás
resulte más
interesante
la actividad
de la mano
en una edad
más
avanzada.
Las primeras
manifestaciones
del ser
humano son
puramente
instintivas,
primitivas e
inconscientes
. Al año y
medio de
vida empieza
el cerebro a
trabajar
conscientemente
. Esto se
comprueba
fácilmente
con la
detenida
observación
de un niño.
Generalmente
un niño
cuando
quiere un
objeto lo
pide y lo
hace con
insistencia.
Difícilmente
se contente
con otro y
si lo hace
en breves
segundos
vuelve a
solicitar lo
anterior, es
entonces
cuando las
manos nos
manifiestan
la vida
anímica del
pequeño ser
y empieza a
individualizarse
el trabajo
diferenciado
de los
diferentes
dedos. El
dedo índice
toma la
dirección.
Con el se
señala lo
que se desea
y con el
también
tratamos de
penetrar en
las cosas.
Llegando a
este estado
podemos
decir que el
niño es una
criatura
independiente
a pesar de
que aún no
se puede
expresar ni
andar.
La idea
fundamental
es que todo
ser humano
pueda
valerse de
las manos
siempre que
lo necesite
y no empezar
a
desarrollar
las
habilidades
manuales
justo cuando
se precisa
de su normal
funcionamiento.
Los músculos
de la mano
se
desarrollan
fisiológicamente
igual que el
resto de los
músculos del
cuerpo en
una persona
sana. De la
misma forma
adquieren
una
habilidad
más o menos
importante
que es a lo
que llamamos
habilidad
natural. Una
persona con
limitaciones
en los
movimientos
de la mano y
por
consiguiente,
en sus
funciones
tiene muy
limitadas
las
posibilidades
de
adaptación y
desarrollo a
la vida
social. La
mano, vista
como el
instrumento
ejecutivo
del cerebro,
tiene un
papel
privilegiado
en la
formación de
la
personalidad
y por ellos
tenemos toda
la
obligación
moral de
darle toda
las
facilidades
que sean
precisas
para su
desarrollo
total,
porque no
sólo se
trata de
hacerla
fuerte y
musculosa
sino también
sensible y
táctil.
No es una
tarea fácil
pero tampoco
imposible.
Lo primario
sería
comenzar con
el
entrenamiento
de los
movimientos
de la mano
mucho antes
de que el
niño se
inicie en la
escritura
con el
objetivo de
que al legar
a la edad de
escribir,
dichos
movimientos
finos, que
lógicamente
tiene que
aprender, no
sean
extremadamente
difíciles y
hasta a
veces
imposibles.
A partir de
determinados
movimientos
de las manos
para conocer
y reconocer
objetos y
para
expresarse y
hacerse
entender, el
niño
inconscientemente
va
desarrollando
sus procesos
psíquicos
superiores y
se prepara,
de forma
sabia para
su futuro
como hombre
sabio.
No tiene el
mismo nivel
de
desarrollo
mental una
persona ni
calidad de
vida una
persona
privada del
sentido del
tacto que
una persona
con
capacidad
para tocar,
palpar,
agarrar,
escribir y
expresarse
sin
referirnos
aún a la
independencia
personal.
Toda obra
creadora es
conducida
por la mano.
Ella es un
medio de
expresión de
las
creaciones
humanas. La
persona que
siente la
forma y el
color, no lo
dirá sino
que empleará
la mano para
expresarlo.
Al músico
que se le
ocurre una
melodía, la
escribirá o
acudirá a
determinado
instrumento
para con sus
manos
traducir los
acordes y de
esta forma
expresa su
deseo
interior. La
escritura,
la
escultura,
la pintura,
en fin toda
obra
creadora es
conducida
por las
manos.
La mano es
como una
fotografía
de la vida
interior y
como no
posee la
capacidad de
cambiar
voluntariamente
de
expresión,
como puede
hacerlo ,
por ejemplo,
el rostro,
debemos
tener
concientizada
la
importancia
que tiene
ejercitarla
y mantenerla
en las
mejores
condiciones
para
garantizar
de esta
forma una
mejor
calidad de
vida. |